El viernes pasado, tropecé como de sorpresa con una librería de viejo mientras esperaba a mi amiga Caroline, una chica estadounidense afincada en Murcia. Había pasado muchas veces por el interior de ese centro comercial venido a menos del centro de la ciudad y nunca había deparado en ella, donde subsisten además, no se sabe como, media docena de pequeñas tiendas. La espera, aunque corta, fue fructífera pues compré por el precio de cinco euros tres volúmenes exquisitos, publicados en 1971 por la Editorial Salvat bajo la dirección de Dámaso Alonso, entonces presidente de la Real Academia Española y Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura. Los títulos:
La Balada del Café Triste/ Reflejos en un ojo dorado de Carson McCullers,
Fluss de Virginia Woolf y
Primera Memoria de Ana María Matute. El centro comercial se llama Centrofama, y la librería Shora. Volveré a esa librería, estoy segura.
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La cena de Carson McCullers, Isak Dinesen y Marilyn Monroe |
Hoy hablaré de La Balada del Café Triste, de Carson McCullers. La escritora estadounidense nació en Columbus (Georgia) en 1917 y murió en Nueva York en 1967. Generacionalmente, puede adscribírsela a los autores que supondrían el relevo inmediato a Thomas Wolfe, James T. Farrel y John Steinbeck, herederos directos de la "generación perdida" (Hemingway, Faulkner, Scott Fitzgerald). Según el prólogo de la edición en la novelística de la autora se funden elementos "góticos" (prolongación de la corriente prerromántica terrorífica de fines del siglo XVIII en Inglaterra) junto a la cuidada elaboración del relato; y explica que dos son los rasgos de la escritora: "atmósfera" y estilo.
La Balada del Café Triste se publicó en 1951 y en él nos encontramos con una atmósfera inolvidable, muy bien descrita, de manera lenta y constante, como si te llevaran de la mano por el pequeño pueblo estadounidense donde transcurre la historia; en el que un universo desolado, como detenido, que no consigue avanzar, nos atrapa sin darnos cuenta hasta el final del relato; y narra la historia de Amelia, una mujer solitaria y dura al frente de varios negocios prósperos, que da un giro para bien a su vida tras la llegada al pueblo de su primo Lymon, un ser extraño de cuerpo deforme que consigue enternecerla y al que aloja en su casa.
Pero la tragedia acecha, el punto de inflexión de la historia que la hace precipitarse hasta su fin se produce con la venida de su ex-marido, un forajido despiadado que acaba de salir de la cárcel, con el que estuvo casada tan solo diez días, y así lo anticipa:
"Era en agosto, y el firmamento había estado ardiendo todo el día sobre el pueblo como una sábana de fuego".
También sorprenden las notas de humor con las que salpica el relato de ambiente triste, y que rompen la línea estilística, marcada por la frase limpia e impecable de tono decadente.
Desde la llegada del ex-marido la tensión va subiendo página a página y termina con la tragicómica pelea final de Amelia Evans, el ex-marido Marvin Macy y el primo Lymon, que para desgracia de Amelia, se había puesto de parte del ex-marido y ayudó a que éste la derrotara:
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Carson McCullers |
"Pero en el momento en que Miss Amelia agarraba la garganta de Marvin Macy el jorobado saltó hacia adelante y cruzó por el aire como si le hubieran nacido alas de halcón. Aterrizó sobre la ancha y fuerte espalda de Miss Amelia y le apretó el cuello con sus deditos como garras."
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