Yukio Mishima (1925-1970) se suicidó de acuerdo a las normas establecidas por el código de honor samurai, el haraquiri; fiel a su pretensión de vivir como un samurai hasta las últimas consecuencias. Pero lejos de convertirse en un honroso final, el acto se convirtió en un ritual tragicómico.
En 1970 Mishima ha fundado la Sociedad de los Escudos, un pequeño ejército propio, compuesto por jóvenes afines de impoluta estética fascista, con el que ha conseguido secuestrar al comandante del campamento Ichigaya, el cuartel general de Tokio del Comando Oriental de las Fuerzas de Autodefensa de Japón. Una vez operado el golpe, sale al balcón y pronuncia la “Proclama del 25 de noviembre
“con la intención de arengar a los militares, reconducir la deriva occidental de Japón y restituir el lugar del Emperador: “Ahora nosotros testimoniaremos ante todos vosotros la existencia de un valor más elevado que el respeto por la vida. Este valor no es la libertad, no es la democracia. Es Japón”. Los jóvenes militares, en vez de seguirlo en su paranoia, responden a la proclama con
abucheos y, al fin, terminan riéndose de él. El samurái entra de nuevo en la estancia y, ante la mirada atónita del comandante amordazado, se abre el vientre siguiendo el rito del seppukku. Su amante, soldado de la Sociedad de los Escudos, debe cortarle la cabeza para concluir el ritual. Pero, después de dos intentos, no lo consigue.
“con la intención de arengar a los militares, reconducir la deriva occidental de Japón y restituir el lugar del Emperador: “Ahora nosotros testimoniaremos ante todos vosotros la existencia de un valor más elevado que el respeto por la vida. Este valor no es la libertad, no es la democracia. Es Japón”. Los jóvenes militares, en vez de seguirlo en su paranoia, responden a la proclama con
abucheos y, al fin, terminan riéndose de él. El samurái entra de nuevo en la estancia y, ante la mirada atónita del comandante amordazado, se abre el vientre siguiendo el rito del seppukku. Su amante, soldado de la Sociedad de los Escudos, debe cortarle la cabeza para concluir el ritual. Pero, después de dos intentos, no lo consigue.
El libro del que hablamos contiene cinco textos inéditos esenciales para entender la vida y el pensamiento del autor, en los que la belleza, la muerte y el erotismo envuelven el secular código nipón del honor.
Lecciones espirituales para los jóvenes saturáis, el más extenso, es un ensayo en el que se subraya la necesidad de ciertos valores para construir una ética valiente y comprender cuestiones clave del mundo en que vivimos, como el valor de la lealtad, el coraje, la educación y el respeto a los demás, el cuidado del cuerpo, el buen uso del placer o el pudor.
La Sociedad de los Escudos es un manifiesto que explica el origen e ideario del Tate No Kai, una asociación de jóvenes universitarios samuráis al servicio del emperador, creada por el propio Mishima, cuyo objetivo era recuperar "la llama perdida del espíritu de los guerreros".
O la Proclama del 25 de noviembre, el testamento que legó a la humanidad la mañana de noviembre en que se quitó la vida por el ritual seppuku.
De entre todos los ensayos que se pueden encontrar en el libro personalmente destaco Introducción a la Filosofía de la Acción, de la que quiero rescatar algunas frases y pensamientos:
"La vida es un baile en el cráter de un volcán que en algún momento hará erupción"
"¿Pero hay algo en nuestra frágil vida que posea la eternidad del instante más que un fuego de artificio?"
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