En Blonde de Joyce
Carol Oates, finalista del Pulitzer 2001, nos encontramos con la biografía
novelada de Norma Jean Baker, conocida mundialmente como Marilyn Monroe.
Una obra interesante, narrada mediante numerosas voces, las
voces de las personas que estuvieron cerca de la actriz de una u otra manera,
voces que inundan las más de novecientas páginas del libro que avanza y
retrocede en innumerables flashbacks y que nos recuerdan a una especie de
documental sobre la actriz donde sus familiares, maridos, amantes,
maquilladores, médicos, farmacéutica, peluqueros, agentes del FBI y hasta “el
presidente” hablan de la niña huérfana, la adolescente recién casada, la joven
actriz y la no tan joven actriz convertida en sex symbol. Cada uno nos habla
desde su punto de vista, cada uno desde sus prejuicios. Prejuicios hacia un personaje
al que deseaban y al que, sin embargo, maltrataban en la mayoría de las veces de
forma directa o indirecta.
No se nos puede escapar que el estereotipo, objeto del deseo
masculino, el personaje plano y no humano en el que se había convertido
Marilyn, dañaba sobremanera a Norma Jean Baker; Norma, la persona; Norma, la
mujer. Una mujer, que por otro lado, arrastraba una infancia rota, huérfana,
maltratada y abusada; y que no contaba con las defensas necesarias para
abanderar el personaje que encarnó y que, quizás por ello, siguió sufriendo
abusos en su edad adulta. Tratada en innumerables ocasiones por la industria de
Hollywood y por sus amantes de “tonta” y “puta”, nos llama especialmente la
atención las denigrantes escenas de sexo con “el presidente”, máximo
representante de toda una nación.
Y mientras, ella se esforzaba por conseguir ser lo contrario
de lo que se esperaba de su personaje como sex symbol: se preocupaba por leer,
estudiar arte dramático, ser madre (tuvo numerosos abortos provocados y
naturales). Una lucha que mantuvo hasta el final de sus días con el estereotipo
machista que representaba y que nos habla de locura, de drogas y de alcohol. De
qué otra manera si no. Un coctel al que es casi imposible sobrevivir.
Curioso fue, para mí, el lugar de su muerte: su casa en Fith Helena Drive en Brentwood, California. La única casa que tuvo, un lugar propio, comprado por
ella y para ella…Un dato éste que me hace sospechar del por qué de su muerte:
accidente, suicidio, asesinato…Oates también sospecha de su muerte y se decanta
por el asesinato al final de la historia.
De toda la obra, me quedo con la voz de Norma Jean Baker,
que aparece a lo largo del libro en cursiva, como un grito entre tanta
palabrería ajena, un grito pidiendo ayuda; tal y como vemos en estos versos
escritos por ella y que aparecen en el último capítulo del libro:
¡Socorro! ¡Socorro!
Socorro, siento que la vida se acerca.
(Termino con esta interesante colección de fotos de la actriz en el rodaje de la película "The misfits" (Vidas Rebeldes) de John Huston, guión de Arthur Miller rodada en Nevada con Clark Gable y Montgomery Clift.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario