Foto del artículo de Vanity Fair
He disfrutado mucho este libro, podría subrayarlo entero. Desconocía a este autor. Lo descubrí en un programa de Página 2, presentando su libro Los días perfectos, que ha salido en 2022.
El libro al que dedico esta entrada está escrito a raíz de la muerte de su hermano Roque, a la derecha en la foto, asesinado en Angola donde trabajaba. Un terrible drama familiar.
Jacobo, perteneciente a una familia conocida y muy bien posicionada, a lo largo del libro nos habla de lugares, libros, poemas, cuadros, amigos, profesores, como estaciones a los que regresa, en un ejercicio agridulce de mirada a un pasado que nunca más volverá. Su paso por colegios privados en el extranjero y España, a los que asistía también el que es hoy Rey de este país. Vacaciones familiares en cortijos en Andalucía, casas de playa en Lequeitio; viajes con sus padres, configuran en conjunto la educación exquisita y humanista que Jacobo ha recibido, lo cual se deja ver a lo largo de las páginas del libro; y que a pesar del drama que lo habita por el asesinato de su hermano, pudiera darle envidia a una persona educada en escuelas públicas, sin más posibilidades de viaje, que el viaje en autobús a la capital del cual venía mareada por el exceso de cosas que veía, pues no estaba acostumbrada —y ahí se puede ver el poco estímulo que recibía en el pueblo donde vivía—, o el que realizábamos los veranos a la playa, a 50 km de la casa, parando a mitad de camino porque el coche se calentaba. En un pueblo sin biblioteca, una casa sin libros, y con la televisión como único agente cultural. Ahora hablaba de mi, claro.
Pero, a todo hay quien gane, y Jacobo habla de otras personas y amigos que son ricos, imagino que más ricos que su familia; y esto me hace pensar, en la cantidad de ricos que hay, más ricos que tu, en una especie de escalafón que me convierte a mi también en rica, según quién me mire desde abajo, desde una posición más humilde.
Estoy agradecida a este escritor por haber compartido estas conmovedoras páginas, llenas de experiencias y de vida, y por compartir su mirada única hacia lo vivido. Su madre le preguntó sobre el contenido del libro: ¿a quién puede interesarle nuestra vida? Y me aventuro a decir, que este libro le puede interesar a quien quiera leer palabras sinceras sobre la vida de las personas, que es lo más grade, como diría Lola Flores.
Me conmuevo con sus poemas, y en especial el dedicado a su hermano fallecido Roque, titulado Hortensias. El título se debe a unas hortensias muy frondosas y bien cuidadas que vio en una casa de Texas, donde vivió un tiempo; una planta imposible para el el calor que hace en Texas, pero ahí estaban, y que conectaba con las hortensias de su abuela, y de ahí con todo lo demás hasta llegar a Roque. Y así, se cierran los círculos de la vida de los que nos habla, Jacobo explica que vivir es moverse en círculos , transitar por ellos hasta volver al punto inicial, cerrándolo, y que en ese transitar en círculos uno va ampliando el radio un poco más cada vez.
Por cierto, mi abuela Carmen siempre tenía hortensias, una planta también imposible aquí en Murcia, donde el calor fríe las hojas de las plantas delicadas.
Comparto el conmovedor poema:
HORTENSIAS
A Roque, en el primer
aniversario de su muerte.
A tientas, llegamos al fin
de dar la vuelta entera
hasta llegar otra vez
a la orilla de este Sol
Donde te dejamos.
Venimos de doblar los cabos
Sin saber de vientos,
De subir los picos
Sin saber del hielo,
De ir por donde van
los que conocen la meta
pero no el camino.
Y nos dicen que mañana
Partimos de nuevo,
es el mismo viaje
pero habrá menos picos
menos cabos
rectas más largas
autopistas
Mapas
El camino está aprendido,
serán pocas las novedades
porque ya sabemos cómo es
la muerte de un venado sin ti
el parpadeo del faro sin ti
la canción que cierra la noche
sin ti
y todo sin ti va a ser igual otra vez,
Nos dicen:
LLegaremos de nuevo a este Sol
Y llegaremos al venado muero,
al faro y a la canción que cierra,
y serán iguales otra vez
y también tu cara seguirá igual en la foto
y lo único que amarilleará
será la nuestra en el espejo
de este lento tiovivo de ausencias
en el que vamos
acomodando la pena.
Y hoy al llegar a esta orilla fugaz
Pienso en lo que debo hacer
para no salir mañana
a buscarte otra vez
allí donde no queda más
que lo que hicimos juntos.
Y me vienen a la cabeza
las hileras de hortensias,
que enmarcan el mar
en los jardines del verano.
Las flores que mejor crecen,
donde te enteramos.
Flores imprevisibles,
que en sus pétalos traducen
la memoria química
de lo que queda atrapado
en cada grano de la tierra
año tras año.
Y año tras año
en el añil de un pétalo
en el violento carmín de otro,
en el pálido gris de un ramo
seguimos mezclándonos
la ceniza de tu cuerpo
la mía de un cigarro,
una lágrima, el orín del perro,
siete tormentas,
la sal de la espuma
el sudor de un día de verano.
En esa hilera de hortensias
de imprevisibles colores,
Nada es igual dos v3ranos,
En ellas estás tú
estamos nosotros,
juntos
delante del pasado.