THE MUSHROOM HUNTER by María Encarnación Carrillo

sábado, 31 de diciembre de 2011

OJOS AZULES de Toni Morrison


Ojos Azules fue la primera obra que Toni Morrison, la Premio Nobel norteamericana, publicó en los setenta, una obra en la que trata temas diversos como la demonización de la raza negra, la autoaversión, el concepto de belleza impuesto, la voz femenina o la infancia truncada.

Tras un breve capítulo en el que Pecola, la malograda protagonista, habla en una especie de monólogo interior en el que acaba enlazando todas las palabras como si a la pobre niña se le hubiese enredando el pensamiento; la voz de de otra niña, amiga de Pecola, comienza a describir el relato de su historia:

“Aunque nadie diga nada, en el otoño de 1941 no hubo caléndulas. Creímos entonces que si las caléndulas no habían crecido era debido a que Pecola iba a tener el bebé de su padre.”

Y así empieza un libro que narra la historia terrible de Pecola una niña de color de doce años, fea y pobre, que vive en los Estados Unidos de la segunda guerra mundial, una época, que queda retratada tristemente por las maneras con que la población blanca trataba a la población negra, en la que la discriminación, la denigración y en definitiva el racismo estaba a la orden del día de una forma impúdicamente explícita y clara.

Tal y como podemos leer en el epílogo de la edición actual, escrito años después a su publicación en 1993, Toni Morrison escribió  esta obra buscando profundizar a la vez de visibilizar varios de los grandes problemas que la población negra tenía que sufrir, como la demonización de la raza de color y su influencia en los miembros más indefensos de ésta:

“Concentré mi atención en cómo algo tan grotesco como la demonización de toda una raza podía echar raíces dentro del miembro más delicado de la sociedad: una niña; el miembro más vulnerable: una criatura del sexo femenino.”

Ojos azules está dividido en cuatro capítulos: Otoño, Invierno, Primavera, Verano; narrado a partir de voces diferentes, como si estuviera confeccionado a retazos que, sin embargo, forma una unidad muy conexionada. Y en el que describe la historia de Pecola, y de cómo llegó a quedar embarazada de su padre y de las circunstancias que abocaron a ese hombre a hacer tamaña atrocidad. Una obra en la que destaco también el epílogo escrito posteriormente en el que se desvelan las claves que movieron entonces a Toni Morrison a escribirlo y que explica detalladamente, acercándonos la realidad, en parte desconocida, a las personas que no hemos visto y vivido esta problemática social de primera mano; y que me han hecho pensar en los mecanismos que se ponen en marcha para demonizar grupos sociales, o incluso personas en particular, y sus fórmulas para echar raíces en los individuos que los sufren llevándolos incluso al desprecio de si mismos.

Pecola es descrita como fea y ella consciente de su fealdad, sueña con tener los ojos azules como esas niñas rubias y blancas. Y con este detalle la escritora se sirve de ella para exponer también otro de los problemas que la población de color acarreaba y que define en el epílogo como “autoaversión racial” aprendida por el pueblo negro a base de estar expuesto a los únicos modelos posibles y aceptables en la sociedad que habitan como el modelo blanco y su constante desprecio racista. Lo que lleva a la población negra a infravalorarse hasta extremos deshumanizadores, inflingiéndose ellos mismos ataques los unos contra los otros de los que no son capaces de defenderse, convertidos en víctimas de una población blanca que no los quiere y victimas también del odio que hacia si mismos ha crecido entre ellos consecuencia de mirarse en el espejo de la población blanca, donde no había alternativa al modelo impuesto.

Toni Morrison cierra el epílogo, refiriéndose al escaso éxito que tuvo la obra cuando se publicó, con las siguientes palabras: “Con muy pocas excepciones, la publicación inicial de Ojos azules fue como la vida de Pecola: desechada, trivializada, mal interpretada. Y ha costado veinticinco años ganar para ella la respetuosa publicación que esta edición constituye.” Es aquí cuando la autora, tras un sabio análisis de la obra, ve por fin reconocido el valor de su libro Ojos Azules, y entiendo que la lectura actual del mismo hace posible este reconocimiento, como si los nuevos tiempos lo hubiesen hecho posible, una época en la que la raza negra ya no es discriminada de la manera que solía serlo, y de la misma manera su obra ha sido aceptada y reconocida.

Toni Morrison recibió el Premio Nobel con tan solo seis obras publicadas, un galardón del que se debe sentir muy orgullosa, porque en él va implícito su lucha personal contra el racismo.

martes, 6 de diciembre de 2011

OBABAKOAK de Bernardo Atxaga



El escritor Bernardo Atxaga publicó su obra Obabakoak en 1988, una novela deliciosa escrita en euskera originariamente, con la que ganó el Premio Nacional de Literatura, el Premio de la Crítica y el Premio de Euskadi entre los más importantes. Y fue en 2005, cuando Montxo Armendáriz estrenó su película titulada Obaba basada en esta obra, también muy aclamada, y que por cierto aun no he visto.

Se puede decir que Obabakoak está dividido en tres libros, que podrían funcionar por separado pero que están íntimamente relacionados: Infancias, Nueve palabras en honor del pueblo de Villamediana. y En busca de la última palabra. Y en ellos podemos descubrir un sinfín de historias que versan de una u otra manera sobre el pueblo de Obaba, un lugar que ha quedado en mi memoria como un espacio mítico en el que habitan los cuentos.

Tras su lectura, el pueblo de Obaba representa de alguna manera para mi, el reino de la literatura, de esas historias y relatos que cada uno de nosotros atesoramos desde niños, que hemos vivido, escuchado y leído, y que conforman nuestra tradición literaria personal.

Y en Obaba transcurre también el último capítulo: En busca de la última palabra. Una pequeña joya que nos habla del valor de las historias, y que nos hace conmovedoras reflexiones sobre el hecho literario.

En este capítulo final, un relato largo, que podría entenderse también como una novela corta; dos amigos, aficionados a la escritura, dialogan acerca del secreto que encierra un buen cuento. Su conversación transcurre, en parte, durante el viaje en coche hacia Obaba para encontrarse con el tío de uno de ellos, el tío de Montevideo. Allí seguirán con sus diálogos mientras disfrutan de una comida literaria que el tío ha preparado. Y a su vez, ellos mismos serán protagonistas de otras historias que les van sucediendo a lo largo del capítulo, historias que pareciendo ficción en un primer momento acaban convirtiéndose en realidad, para pesadilla del protagonista.

Quiero compartir desde aquí, alguna de las reflexiones que sobre literatura y escritura se hacen, en torno a la calidad literaria de autores como Chejov, Waugh o Maupassant, así como el secreto que encierra un buen cuento:

“La clave no está en inventar una historia-concluyó mi amigo. Historias hay de sobra. La clave está en la mirada del autor, en su manera de ver las cosas. Si es realmente bueno, tomará como material su propia experiencia, y captará en ellas algo que sea esencial. Si es malo, nunca traspasará la frontera de lo meramente anecdótico. Por eso son buenos los cuentos que hoy hemos recordado. Porque expresan cosas esenciales, y no simples anécdotas.”


Y esto me ha hecho recordar mis lecturas, y me ha hecho pensar en esas obras que me han gustado y esas otras que he abandonado, dejándolas a medio. Y pienso que quizás sea porque las primeras me han hablado de cosas esenciales como la muerte o el amor, y las últimas se han quedado, tan solo, en simples anécdotas. Unas me han acercado a la vida y otras me han alejado de ella.